martes, 14 de diciembre de 2010

Oda del especulador.

Soy un especulador,
observo tranquilo en la sombra,
cual francotirador de un solo tiro,
silencioso y preciso.

Mi trabajo empezó,
mucho antes de estar en este sitio.

Ya conecté mi alma con el cuerpo,
mi respiración es un solo latido.

Ya planifiqué donde pongo mi mira
y donde tengo la huida.

Mi trabajo es vigilar sin cansarme en la espera.
Mi mente se mantiene clara, limpia y concisa,
truene, haga calor o llueva.

Yo soy una roca
en medio de la tempestad:
dura, inquebrantable e inamovible.

Yo soy un junco
en medio de la brisa:
suave, rapido y flexible.

Al acechar mi objetivo,
no mantengo prejuicio,
de por donde aparecerá el destino.

Siempre hay un camino,
pero yo soy el camino.

Siempre hay un pecado,
pero yo soy la virtud.

A la hora de la suerte suprema,
es hielo lo que corre por mis venas,
y aún así, a la hora de matar: mato.

No pienso ni padezco,
no dudo,
solo hago mi trabajo.

Disparo, recojo
y vuelvo a la sombra.

Yo soy un especulador,
observo tranquilo en la sombra,
cual francotirador de un solo tiro,
silencioso y preciso.

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