Hay una frase de Víctor Küppers que siempre resuena en mi cabeza: “No hay nada peor que un tonto motivado.”
Sin embargo, cuando logras tus objetivos mucho más rápido de lo que imaginaste, aparece una confianza interna que te hace sentir superior a los demás. Eso es justo lo que me está pasando.
Puedo parecer pedante, pero tengo clarísimo mi siguiente objetivo, y para conseguirlo ya he trazado un plan.
Una de las cosas que voy a ir reduciendo es el uso de redes sociales: el consumo excesivo de ese contenido contamina la mente, por lo que lo evito al máximo.
Desde hace meses también me he distanciado con firmeza de aquellas personas que no han aportado nada a mi vida, sino más bien al contrario. Gente a la que intenté ayudar y que, en alguna ocasión, me hicieron dudar de mí mismo. Si estás entre ellos y me has contactado sin respuesta… lo siento, pero ya sabes el porqué.
No me gusta hablar de “libertad financiera”, porque nunca sabes si algo puede cambiar en un solo minuto. Nunca sabes si la cifra que hoy parece grande mañana no será suficiente. La historia da muchas vueltas, y si no, que le pregunten a los judíos en la Segunda Guerra Mundial: en un abrir y cerrar de ojos se quedaron sin nada.
Por eso trabajo con viajar mucho y quiero poseer una propiedad fuera de Europa en un lugar seguro, uno al que pueda acudir si todo lo demás se viene abajo.
En cambio, con quienes han creído en mí me esfuerzo para que ellos sigan el mismo camino: un camino que no es nada fácil y que te hace dudar cada segundo.
Siempre les digo: cuando pienses que las cosas van mal, recuérdate a ti mismo “lo mejor está por venir.”
A mí me ha pasado: sabía que mi sistema era bueno, pero en algunas operaciones sentí dudas. Aun así, siempre me decía: lo mejor está por venir.
Me puse como misión encontrar baggers; con dos o tres al año sabía que sería suficiente… y desde diciembre de 2024 llevo 25. Y aún me repito: lo mejor está por venir.
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