¿Debemos seguir comprando para promediar las caídas o vender para limitar las pérdidas? La duda crece a medida que el derrumbe de precios se profundiza. Aquí, una respuesta para cada tipo de inversor.
En los últimos meses hemos observado caídas de valores casi sin precedentes en los mercados que llevan a los inversores a preguntarse qué hacer con sus activos, si venderlos a precios en apariencia de remate para hacerse de dinero y volver comprarlos cuando el panorama aclare, mantenerlos o incluso incrementarlos.
Por supuesto, no existe una única respuesta a esa pregunta, aunque sí una certeza: la decisión que tome el buen inversor deberá resultar de un análisis de su situación particular y de la estrategia que suele observar a la hora de operar.
El inversor y su estilo
Si bien cada inversor posee un estilo propio que influye sobre su comportamiento cotidiano, en la práctica suelen combinarse distintos estilos de operación típicos en el mundo financiero.
En consecuencia, aquí evaluaremos las mejores medidas posibles dentro del abanico alcanzado por cada uno de los estilos más conocidos:
Si bien cada inversor posee un estilo propio que influye sobre su comportamiento cotidiano, en la práctica suelen combinarse distintos estilos de operación típicos en el mundo financiero.
En consecuencia, aquí evaluaremos las mejores medidas posibles dentro del abanico alcanzado por cada uno de los estilos más conocidos:
1. Inversores conservadores
Son aquellos que mantienen siempre su portafolio bien ponderado en base a su estrategia de inversión de largo plazo. Generalmente, el quid de la estrategia reside en la “asignación de activos” antes que en la “selección de activos”. Es decir que la decisión más importante refiere a qué porcentaje de la cartera destinar a acciones, por ejemplo, y no a qué acciones puntuales comprar. Es ubicar al “cuánto” por encima del “cuáles”.
Hoy, a raíz de la caída de precios, es probable que el porcentaje del patrimonio en acciones haya disminuido en relación con el de los otros activos elegidos. Con lo cual, deberán adquirir más acciones para mantener constante la ponderación elegida originalmente.
No hay que olvidar que en estos casos no se busca tanto el mejor momento para comprar o vender como mantener las asignaciones constantes en términos porcentuales, regla que invita al inversor a comprar un activo cuando baja y venderlo cuando sube más que el resto. Esta lógica largoplacista debería mantenerse independientemente de los movimientos diarios del mercado.
Son aquellos que mantienen siempre su portafolio bien ponderado en base a su estrategia de inversión de largo plazo. Generalmente, el quid de la estrategia reside en la “asignación de activos” antes que en la “selección de activos”. Es decir que la decisión más importante refiere a qué porcentaje de la cartera destinar a acciones, por ejemplo, y no a qué acciones puntuales comprar. Es ubicar al “cuánto” por encima del “cuáles”.
Hoy, a raíz de la caída de precios, es probable que el porcentaje del patrimonio en acciones haya disminuido en relación con el de los otros activos elegidos. Con lo cual, deberán adquirir más acciones para mantener constante la ponderación elegida originalmente.
No hay que olvidar que en estos casos no se busca tanto el mejor momento para comprar o vender como mantener las asignaciones constantes en términos porcentuales, regla que invita al inversor a comprar un activo cuando baja y venderlo cuando sube más que el resto. Esta lógica largoplacista debería mantenerse independientemente de los movimientos diarios del mercado.
2. Inversores de momentum
Con frecuencia los inversores eligen activos para los que aguardan una suba de precio en el corto plazo. Pueden seleccionarlos mediante el análisis técnico -observando los gráficos de precio- o el fundamental -especulando con resultados de la empresa favorables en los meses venideros-.
En estos casos las posiciones deben mantenerse siempre y cuando se cumplan los pronósticos que impulsaron las compras. Desde el análisis técnico, por ejemplo, se recomienda vender si un activo quiebra su tendencia alcista.
Con frecuencia los inversores eligen activos para los que aguardan una suba de precio en el corto plazo. Pueden seleccionarlos mediante el análisis técnico -observando los gráficos de precio- o el fundamental -especulando con resultados de la empresa favorables en los meses venideros-.
En estos casos las posiciones deben mantenerse siempre y cuando se cumplan los pronósticos que impulsaron las compras. Desde el análisis técnico, por ejemplo, se recomienda vender si un activo quiebra su tendencia alcista.
3. Inversores de valor
La estrategia de valor consiste en comprar cuando se considera que los activos están subvaluados y vender cuando se los encuentra sobrevaluados.
En base a esta norma es probable que los inversores de valor hallen hoy muchos más motivos para incrementar sus posiciones que para abandonarlas. Sucede que, en promedio, en épocas difíciles los precios de las acciones sufren una caída más pronunciada que las ventas o ganancias de las empresas emisoras. Por ello, quien pretenda comprar barato deberá hacerlo cuando todos venden, tomando posiciones de largo plazo y prestando mucha atención al valor intrínseco de la compañía en cuestión.
Respecto de esto último, debe revisarse la inversión cuando existen motivos para pensar que los activos elegidos valen menos que cuando se los adquirió. Por ejemplo, cuando crece el riesgo de quiebra de la compañía.
La estrategia de valor consiste en comprar cuando se considera que los activos están subvaluados y vender cuando se los encuentra sobrevaluados.
En base a esta norma es probable que los inversores de valor hallen hoy muchos más motivos para incrementar sus posiciones que para abandonarlas. Sucede que, en promedio, en épocas difíciles los precios de las acciones sufren una caída más pronunciada que las ventas o ganancias de las empresas emisoras. Por ello, quien pretenda comprar barato deberá hacerlo cuando todos venden, tomando posiciones de largo plazo y prestando mucha atención al valor intrínseco de la compañía en cuestión.
Respecto de esto último, debe revisarse la inversión cuando existen motivos para pensar que los activos elegidos valen menos que cuando se los adquirió. Por ejemplo, cuando crece el riesgo de quiebra de la compañía.
Fuente: Inversor Global
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