lunes, 25 de agosto de 2025

Necesitaba escribirlo


Es el post que más me ha dolido escribir desde que inicié este BLOG, hasta puede ser que lo borre.

Ayer tuve un diálogo con mi padre que todavía me remueve por dentro. En un momento de sinceridad o mas bien de arrebato, le dije que gran parte de la culpa de mi síndrome del impostor era suya. No se lo eché en cara, ni lo dije desde el rencor, simplemente necesitaba expresarlo. Crecer bajo su mirada crítica me hizo sentir durante muchos años que nada era suficiente, que siempre faltaba algo para estar a la altura y que estaba perdiendo el tiempo en "mis tonterías". Esa herida aún me acompaña.

Lo curioso es que nunca le había contado con detalle lo bien que me ha ido en los últimos años la vida gracias al mercado bursátil. Para él, siempre fui alguien que soñaba demasiado y se arriesgaba más de lo debido. Quizás por eso, cuando le hablé de mi situación actual, noté en su mirada un gesto de incredulidad. No lo creyó. Así que, en un impulso, decidí mostrarle una de mis cuentas cuna las que opero. Allí estaba, una cifra de siete números que no dejaba lugar a dudas y mi último pago a  la AEAT, su cara cambió. Por primera vez sentí que me miraba con una mezcla de asombro y respeto.

A pesar de ello, sigo trabajando en una fábrica. No por necesidad, sino porque he estado acostumbrado a hacerlo toda mi vida. Sin embargo, cada vez tengo más claro que quiero dejarlo. Si no lo hago  es porque  que estoy muy cerca de alcanzar los 35 años cotizados, un hito que me daría una tranquilidad extra de cara al futuro. Sería un error desaprovecharlo, y lo sé. Pero también sé que la vida pasa volando y que hay un momento en el que uno debe decidir vivir a su manera.

Ese choque entre lo que me inculcaron y lo que realmente he conseguido es lo que me empuja a reflexionar. Durante años creí que no era suficiente, pero los números cuentan otra historia. Y aunque a veces el síndrome del impostor quiera imponerse, poco a poco aprendo a reconocerme como lo que soy: alguien que ha luchado, que ha tenido aciertos y errores, pero que ha logrado construir una vida que merece ser vivida en plenitud.

Hoy siento que lo material ya no es lo que me mueve. He alcanzado un punto en el que las necesidades están cubiertas, y eso me da una enorme libertad. Ahora lo que busco es tiempo: tiempo para mí, para los míos, para vivir sin prisas. El dinero seguirá llegando, porque sé que el mercado forma parte de mí y no es un obstáculo. Pero el tiempo... ese es el verdadero tesoro que no quiero dejar escapar.

lunes, 18 de agosto de 2025

Ram Bhavnani y Bankinter: ¿vendió demasiado pronto?

Ram Bhavnani pasó a la historia financiera española cuando en 2007 vendió su 14,99% de Bankinter a Crédit Agricole. La operación fue redonda: 809 millones de euros al contado , en plena burbuja previa a la crisis financiera. Un golpe maestro a corto plazo.

Pero si hacemos el ejercicio de mirar hacia atrás con perspectiva, la película cambia.

  • En 2007, Bhavnani se embolsó esos 809 millones.

  • Hoy, 2025, Bankinter capitaliza más del doble de esa fecha.

  • Sin embargo la clave está en los dividendos: desde 2007 hasta hoy, Bankinter ha repartido tanto que, sumando dividendos reinvertidos, el retorno total ronda el +350%.

Eso significa que si Bhavnani hubiera aguantado su participación en Bankinter, hoy valdría unos 3.600 millones de euros.

En cambio, su fortuna actual estimada ronda los 1.000–1.200 millones. Vendiendo en el momento perfecto evitó la crisis, sí, pero a la larga su patrimonio es un tercio de lo que habría sido manteniendo la apuesta.

Bhavnani fue un crack en el timing y se blindó frente a la tormenta de 2008. Pero si hablamos de riqueza a largo plazo, la realidad es dura: habría sido más rico no vendiendo.

Aquí es donde encaja la teoría de Warren Buffett“el mejor momento para vender una buena empresa es nunca”. Bankinter no ha sido Amazon ni Apple, pero sí ha demostrado ser un banco rentable, con un negocio sólido y capaz de generar dividendos crecientes. 

El tiempo, la paciencia y el interés compuesto habrían jugado a favor de Bhavnani.

sábado, 19 de julio de 2025

Repasando mi diario , hoy toca IBKR

Todavía conservo un diario en el que apuntaba valores que me gustaban y que creía que lo harían bien. Mi estrategia era clara: invertir 30 000 $ en IBKR y cada año meter 3 000 $ en la última sesión de septiembre.

No lo hice. Motivo que apunté en mi diario: “Fuerte resistencia y noticias no muy buenas además dividendo muy escaso"


Quedó todo en una nota… por puro miedo.
El miedo a que estuviera caro, la resistencia técnica y esas malas noticias que se filtraban hicieron que lo dejara pasar. Pero el tiempo me habría dado la razón:

En diciembre de 2014, IBKR reportaba “crecimiento sólido” aunque algunos seguían nerviosos por eventos como el fiasco del franco suizo. Años después, los fundamentales se fueron consolidando: IBKR ganó premios de Barron’s, amplió productos, entró en criptos, nuevas cuentas, nuevas herramientas... un camino imparable 


Ayer ví que IBKR hizo ATH:


¿Cuál hubiera sido el resultado de la estrategia?


De haber ejecutado mi plan, habría acumulado:

  • 19/12/2014: 4 400 acciones

  • 30/09/2015: 300

  • 30/09/2016: 333

  • 30/09/2017: 272

  • 30/09/2018: 214

  • 30/09/2019: 250

  • 30/09/2020: 250

  • 30/09/2021: 187

  • 30/09/2022: 188

  • 30/09/2023: 142

  • 30/09/2024: 90

Total aproximado hoy: 6 626 acciones.

Con IBKR cotizando en torno a 64 USD, 6 626 acciones equivaldrían a unos 424 000 USD (≈ 390 000 € al cambio actual). Una inversión total de 30 000 + 9 × 3 000 = 57 000 €, multiplicada por ≈ 7×. Un rendimiento brutal solo con aportaciones anuales.



domingo, 13 de julio de 2025

Invertir para ser libre (no para fardar)

Mientras muchos van como pollos sin cabeza buscando la acción de moda, el pelotazo fácil o el siguiente gurú al que seguir, yo sigo un sistema. El mío. Uno que me está llevando, paso a paso, hacia la tranquilidad. No hacia un Ferrari. No hacia un ático en Manhattan. Hacia la tranquilidad. La de verdad. Esa que no se ve en Instagram.

El éxito, tal como yo lo veo, no es brillar. Es no necesitar brillar. Es tener tiempo. Es no tener que rendir cuentas a nadie. Es que el dinero entre solo y tú estés en la playa, o tomando un café con tus hijos, o leyendo algo que te haga pensar. Y para llegar ahí, hace falta un plan. El mío está montado sobre dos pilares: salud y dinero que entra solo.

La salud la cuido cada día. Pero el dinero lo genero con un sistema que no depende de emociones, ni de modas, ni de titulares. Mi sistema analiza, espera y actúa. No corre. No persigue. No improvisa. Sabe lo que busca y lo ejecuta cuando aparece. Mientras la mayoría juega a la bolsa, yo juego con ventaja: tengo reglas, tengo datos y tengo claridad.

Mucha gente no lo quiere ver, pero este sistema en el que vivimos está diseñado para mantenerte confundido. Te meten miedo desde los telediarios, te roban el tiempo con redes sociales y te vacían la cabeza con un sistema educativo que no te enseña nada útil. Si no tienes un plan, acabarás dentro del plan de otro. Y te aseguro que no te gustará.

Por eso invierto como invierto. Por eso vivo como vivo. Muy por debajo de mis posibilidades, sin deudas, acumulando capital, energía y conocimiento. Mientras otros se gastan el sueldo en aparentar, yo lo invierto en mi libertad futura. Porque sé que cada euro que guardo, cada acción bien elegida, cada entrada basada en mi sistema, es un paso más hacia una vida sin jefes, sin despertador y sin prisas.

Ganar dinero está bien, claro. Pero el dinero no es el fin, es el medio. El fin es tener una vida propia. Y eso solo se consigue si dejas de jugar al juego de los demás. Mi sistema de bolsa es mi escudo frente al ruido, frente a la incertidumbre, frente a la manipulación. Me protege y me guía. Y lo más importante: me da dirección.

Yo no quiero sobresalir en nada. No me interesa ser el mejor en algo concreto mientras tengo el resto de mi vida hecha un caos. Quiero equilibrio. Quiero un aprobado en todas las áreas importantes: salud, dinero, relaciones, propósito. Porque de nada sirve tener una cartera brillante si estás roto por dentro o si tu día a día es una cárcel.

Al final, todo se resume en esto: tener claridad. Saber lo que quieres. Y sobre todo, saber lo que no quieres. Porque si no lo tienes claro, la vida te va a llevar por donde le dé la gana. Y entonces no decides tú: decide el algoritmo, el telediario, el jefe o el banco. Yo decidí hace años tomar el control. Y cada mes, cada operación, cada decisión financiera es un voto más a favor de mi libertad.

Muchos se ríen. Otros lo critican. Pero en unos años, cuando vean que estoy donde quería estar, tranquilos, sin deudas, sin estrés y cobrando dividendos mientras paseo por Tarragona… entonces quizá se pregunten: ¿cómo lo hizo?

La respuesta será simple:
Con un sistema. Con paciencia. Y sin venderle mi alma al ruido.


jueves, 28 de noviembre de 2024

Nunca promedies una posición perdedora

A menudo pensamos que si una acción baja de precio, comprar más nos ayudará a recuperar más rápido si sube. La lógica parece simple: si reduces el precio promedio, necesitas menos para volver al equilibrio. Pero aquí está el problema: cuando una acción está cayendo, puede ser por algo serio, y seguir invirtiendo en ella es como intentar salvar un barco que se está hundiendo.

Los grandes inversores, como Jesse Livermore, lo tenían claro: “Nunca promedies una posición perdedora”. Su enfoque era aumentar en las posiciones que iban bien, no en las que iban mal. Y tiene todo el sentido del mundo: ¿por qué poner más dinero en algo que ya está fallando? William O’Neil, con su sistema CAN SLIM, también lo defendía: compra acciones fuertes, las que tienen impulso, y no insistas en las que van en la dirección contraria.

Cuando compras algo que está subiendo, te alineas con el mercado, que ya está premiando a esa acción. 

Puede que sientas que estás pagando caro, pero normalmente lo caro sigue subiendo porque tiene buenos fundamentos detrás. En cambio, aferrarte a algo que está cayendo significa atarte a un activo que podría seguir perdiendo valor, y mientras esperas que "resucite", estás dejando pasar oportunidades mejores.

La clave está en entender que tu dinero es limitado y debes usarlo en lo que realmente tiene potencial. En vez de intentar arreglar una inversión que no funciona, redirígelo hacia las que tienen momentum. Es un cambio de mentalidad que no solo mejora tus resultados, sino también tu tranquilidad, porque dejas de insistir en lo que no funciona y te enfocas en lo que realmente vale la pena. 

CARTERA LARGO PLAZO.

Incorporación en mi cartera de largo plazo: Si me seguís en X sabréis que incorporé a mi cartera de largo Plazo Shift4 Payments (FOUR) a un precio de 103€, es una empresa que fundaron en 2005 y que se dedica a ofrecer soluciones de procesamiento de pagos para todo tipo de negocios, desde pequeñas tiendas hasta grandes corporaciones. Su plataforma permite gestionar pagos tanto en línea como en el punto de venta y en dispositivos móviles, todo de forma segura y eficiente.

El CEO de la compañía es Jared Isaacman, quien es además uno de los cofundadores de Shift4. Es bastante conocido porque, además de dirigir la empresa, fue el líder de la misión espacial privada Inspiration4 en 2021. Es un tipo con una visión de futuro bastante marcada, y su liderazgo ha sido clave en el crecimiento de la compañía.

En cuanto al MOAT o ventaja competitiva de Shift4, hay varias cosas que la hacen fuerte en el mercado:

  1. Plataforma integrada: Ofrecen un sistema todo en uno que facilita mucho la vida a los comerciantes. No tienen que lidiar con múltiples proveedores, sino que todo lo que necesitan para gestionar pagos está en un solo lugar.

  2. Escalabilidad: Su sistema está diseñado para crecer con las empresas. Esto significa que pueden atender desde pequeños negocios hasta grandes cadenas o corporaciones sin perder eficiencia.

  3. Innovación continua: Shift4 está siempre a la vanguardia en tecnología, integrando nuevas soluciones como pagos sin contacto y análisis de datos avanzados. Esto les permite mantenerse competitivos y ofrecer algo más que los competidores.


No necesitas ser un genio para invertir en bolsa y batirlo

Hay muchas formas de invertir en bolsa, y seguramente ya te hayas cruzado con un montón de "expertos" que te venden fórmulas mágicas. Que si un curso de tres días, que si un libro con gráficos que parecen el plano de una nave espacial, que si un gurú que supuestamente predijo la última crisis (aunque nadie le escuchó antes). Pero vamos al grano, ¿quieres una estrategia sólida? Peter Lynch te la dio hace años. No hay que reinventar la rueda: hay que entender cómo funciona.

Peter Lynch, ese tipo que convirtió el fondo Magellan de Fidelity en un monstruo que dio retornos anuales de más del 29% durante más de una década, tenía un método tan simple como efectivo: clasificar empresas. ¿Por qué? Porque no todas son iguales, y entender en qué cajón encaja cada una te da una ventaja brutal. Y no hablo de la ventaja que te da presumir en cenas con amigos, sino de la que te pone dinero en el bolsillo.

Lynch dividió las empresas en seis categorías. Te las voy a desgranar una por una, como si estuvieras en una charla de esas que no te aburren ni aunque te paguen por bostezar.

1. Slow Growers (Crecimiento lento): El caracol de la bolsa

Estas son las empresas que avanzan despacio, pero no por ello son inútiles. Al contrario, muchas veces son las que mantienen tu cartera estable cuando todo lo demás tiembla. Se trata de compañías grandes, maduras, que dominan su sector. No están aquí para revolucionar nada, ni para dispararse en valor de la noche a la mañana. Estas empresas ya han pasado su etapa de crecimiento explosivo.

¿El resultado? Crecen lento, pero pagan dividendos. Y eso, si sabes jugar bien, puede ser oro. Imagina que estás invirtiendo para jubilarte dentro de 20 años. Tener un flujo constante de efectivo que puedas reinvertir (o usar para darte un capricho) no está nada mal.

Un ejemplo clásico serían las eléctricas o las empresas de consumo básico. Esa compañía que te cobra la luz todos los meses no va a triplicar su valor en un año, pero tampoco se va a desplomar salvo desastre absoluto.

Estrategia con los Slow Growers: no esperes grandes subidas, pero aprovéchalos para estabilidad y dividendos. Son como ese amigo que nunca destaca pero siempre está ahí cuando lo necesitas.

2. Stalwarts (Crecimiento estable): La roca firme

Ahora vamos subiendo un poco el nivel. Los "stalwarts" son empresas que crecen a un ritmo más atractivo, pero sin despeinarse. Piensa en un 10-12% anual. No te van a hacer millonario en cinco años, pero, a largo plazo, su estabilidad es como un refugio.

Estas son las empresas que sobreviven a cualquier tormenta económica. Las encuentras en sectores consolidados y suelen tener una presencia global: sus ventas no dependen de lo que pase en un país concreto. ¿Qué significa esto para ti como inversor? Que cuando todo va mal, ellas aguantan.

Ejemplo rápido: Coca-Cola. Aunque el mundo se venga abajo, la gente seguirá comprando refrescos. O Johnson & Johnson: crisis o no, la gente necesita medicamentos y productos de cuidado personal.

Estrategia con los Stalwarts: son ideales para proteger tu cartera cuando las cosas pintan feas. No son emocionantes, pero no necesitas emoción cuando estás invirtiendo dinero. Necesitas resultados.

3. Fast Growers (Crecimiento rápido): Los cohetes de la bolsa

Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Los Fast Growers son esas empresas que están en modo cohete. Crecen a ritmos del 20%, 30% o incluso más. Y, como te puedes imaginar, esto no viene sin riesgos.

Son compañías jóvenes, muchas veces de sectores nuevos o en expansión, como la tecnología o las energías renovables. Reinvierten todo lo que ganan para seguir creciendo, así que no esperes dividendos. Su atractivo está en que, si pillas la correcta, puedes multiplicar tu inversión varias veces.

Ejemplo: las startups tecnológicas que logran despegar. Piensa en cómo Apple o Amazon eran consideradas apuestas arriesgadas hace 20 años. Si alguien apostó por ellas entonces, ahora podría retirarse en una isla paradisíaca.

Pero, ojo, que no todo lo que brilla es oro. Por cada Fast Grower que triunfa, hay diez que no lo hacen. Aquí necesitas estar atento, analizar bien sus números y seguir de cerca cómo ejecutan sus planes.

Estrategia con los Fast Growers: busca las que tienen fundamentos sólidos, pero prepárate para asumir riesgos. Este es el terreno donde puedes ganar mucho, pero también perderlo todo si no tienes cuidado.

4. Cyclicals (Cíclicas): Las que van y vienen

Las empresas cíclicas son como las mareas: suben y bajan dependiendo del ciclo económico. Estas compañías dependen mucho de las condiciones del mercado. En épocas de bonanza económica, florecen. En épocas de crisis, se desploman.

¿Ejemplo? Las empresas automotrices, las de construcción, las aerolíneas. Cuando la gente tiene dinero, compra coches, construye casas y viaja. Cuando no, recortan todo esto.

Invertir en cíclicas puede ser extremadamente rentable si sabes en qué parte del ciclo te encuentras. Si compras cuando están en su punto más bajo y vendes en su punto más alto, puedes ganar mucho dinero. Pero acertar el timing es complicado, y ahí es donde muchos inversores se la juegan.

Estrategia con los Cyclicals: compra barato, vende caro. Pero no te emociones. Asegúrate de saber dónde estás parado en el ciclo económico antes de lanzarte.

5. Turnarounds (Recuperación potencial): El ave fénix

Ah, los Turnarounds. Estas son las empresas que están en apuros. Malas decisiones, problemas de gestión, cambios en el mercado… lo que sea. Pero aquí está la clave: tienen una oportunidad de levantarse. Y si lo hacen, pueden darte retornos brutales.

Imagina una empresa al borde de la quiebra. Todo el mundo la da por muerta. Pero, de repente, consiguen un nuevo equipo de gestión, reducen deudas, y empiezan a dar señales de vida. Si apostaste por ella en su peor momento, puedes ver tu inversión multiplicada varias veces.

¿Ejemplo? Apple a finales de los 90. Sí, esa Apple que ahora domina el mundo estuvo al borde de la quiebra. Los que apostaron por su recuperación se llevaron el premio gordo.

Estrategia con los Turnarounds: no son para los débiles de corazón. Necesitas investigar a fondo y asegurarte de que hay un plan realista para su recuperación. Si no, es como jugar a la ruleta rusa.

6. Asset Plays (Activos infravalorados): El tesoro escondido

Por último, pero no menos importante, están los Asset Plays. Estas son las empresas cuyo valor real está escondido a simple vista. El mercado las subestima porque sus activos no se reflejan correctamente en el precio de sus acciones.

¿Qué tipo de activos? Podrían ser terrenos valiosos, patentes, inventarios o incluso efectivo en caja. La clave está en identificar esas joyas antes de que otros lo hagan.

Por ejemplo, una empresa inmobiliaria que posee terrenos en una ubicación clave pero que el mercado no valora correctamente. O una compañía que tiene una patente revolucionaria que aún no ha sido monetizada. Si puedes detectar estos casos, puedes comprar barato y esperar a que el mercado se dé cuenta de su error.

Estrategia con los Asset Plays: paciencia y análisis. Estas empresas no suelen dar resultados rápidos, pero cuando el mercado finalmente reconoce su valor, las ganancias pueden ser enormes.

¿Y ahora qué?

Si has llegado hasta aquí, ya tienes en tus manos una de las herramientas más poderosas de Peter Lynch. No necesitas ser un genio para invertir en bolsa, pero sí necesitas saber en qué tipo de empresa estás invirtiendo. Cada categoría tiene sus propias reglas del juego. No es lo mismo apostar por un Fast Grower que por un Slow Grower.

¿El secreto del éxito? Diversificar, analizar bien y no emocionarte demasiado. Porque la bolsa, como la vida, es un juego a largo plazo. 

¿Qué pasa con la cartera del "Arte de Invertir"?





Aquí va mi reflexión, sin rodeos ni paños calientes. He analizado esa cartera trimestre tras trimestre. ¿Conclusión? Parece más un ejercicio de ensayo y error que una estrategia seria de inversión. Pero oye, qué importa, mientras le sigan en YouTube y los títulos sensacionalistas sigan rascando clics.

Ahora bien, ¿cómo alguien que lo está haciendo así de mal en los años más alcistas de las últimas tres décadas puede tener tanta audiencia? Misterio. O tal vez sea que la mayoría prefiere tragarse un eslogan catastrófico antes que enfrentarse a los números reales.

Las empresas de la cartera: un despropósito

Primero, Nagarro SE. Un 9% de la cartera en una empresa que apenas encuentras en Google. ¿Quién ha comprado un producto suyo? ¿Tú? ¿Tu primo? ¿El vecino? Nadie. A esto lo llaman diversificar, yo lo llamo jugar a la ruleta rusa con el dinero de tus seguidores.

¿Empresas españolas de calidad? Ni una sola. Ni Inditex, ni Logista, ni Apple, ni Amazon. Pero claro, ¿para qué incluir líderes de mercado cuando puedes meter chicharros como Global Dominion, una empresa que, con suerte, alguien habrá buscado en Google Maps por error?

Comprar caro, vender barato: la estrategia perdedora

Otra joya: venden lo bueno cuando sube un poquito y se quedan con lo malo. Esa obsesión con "está caro" mata más carteras que un crash del mercado. Las empresas buenas siempre parecen caras. Me pasó con Apple. ¿La diferencia? Yo aprendí. Ellos no.

¿Y el criterio? Brilla por su ausencia.

No hay una estrategia clara. Mantienen empresas que nadie entiende y venden las que tienen potencial. La coherencia brilla por su ausencia. Esto no es gestionar una cartera; esto es acumular sellos raros y esperar que alguno valga algo en unos años.

Un consejo de gratis

Si quieren aprender a invertir, miren a gestores serios como Numantia y su creador, Emérito Quintana. Ese hombre entiende el mercado como pocos. Dentro de unos años será considerado uno de los mejores gestores de Europa. Es más, sólo le faltará un puesto por detrás del mejor: yo.

Mientras tanto, cuidado con los "expertos" que predican desde YouTube mientras sus carteras parecen un mercadillo. Porque una cosa es equivocarse, y otra muy distinta es hacer siempre lo contrario a lo que dicta el sentido común.